lunes, 24 de noviembre de 2008
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Nuestra oración se dirige al “Padre celestial”, pero debemos saber que El está en nosotros guiándonos. Nuestro Consolador está en nuestro espíritu. Así que Su dirección también proviene de allí. Si buscamos una señal por medio de un sueño, una visión, una voz o un sentimiento fuera de nuestro espíritu, seremos engañados.
1 comentario:
El duro batallar,
En busca de lo material,
Los afanes de la vida,
Me han llevado al callejón sin salida.
He logrado lo que creía querer,
Pero he podido comprender,
Que todo fue un engaño,
Y lleno de riquezas,
Mi fracaso está en ella.
Luché,
Para que mi simiente tuviera un futuro diferente,
Destiné todo mi tiempo a eso,
Tanto,
Que ciego me embriagué de una falsa ilusión,
No tuve tiempo de entregar lo mejor,
Dentro en mi corazón se degradó,
Hoy solo hay ruinas de riquezas acumuladas,
Sin sentimiento,
Sin amor,
No hay nada de valor.
Solo sobrevive un estúpido orgullo,
De que soy un héroe,
Por batallar hasta el final,
Aunque no puede obtener lo esencial,
De ser,
Un ser humano, simple y natural.
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